Él no era lo que aparentaba.
Tal vez, uno podría pensar que sobre los sesenta nadie refleja a cabalidad lo que alguna vez fue.
Sin embargo, en su caso había algo más profundo que el solo paso de los años.
No hablaba nunca de su pasado, a pesar de que algunos sabían que había vivido más que muchos.
Esa tarde termino de dar su clase de literatura nórdica, paso a la biblioteca a devolver algunos libros. Lamentaba no poder comprarlos y poder disfrutar de ellos, de su contacto y olor, pero sus ingresos eran escuetos.
Calculo el tiempo que le quedaba antes de reunirse con un viejo amigo con el que proyectaba una revista digital, dobló la calle y busco un café para hacer una pausa.
El ventanal del café daba sobre la avenida, sus ojos gris azulado se perdían en un punto tan lejano, que de seguro quedaba en otro tiempo y espacio.
Eran ya las cinco y media, por una vía perpendicular a la avenida un grupo de manifestantes marchaba decidido, en la avanzada varios jóvenes vigilaban la presencia policial.
Tras el café pegados al muro del callejón, en silencio, las fuerzas especiales esperan la señal para abordar la columna que va a pasar.
Él mira la manifestación que avanza, se acomoda los lentes y trata de leer las pancartas, luego piensa que da lo mismo, supone lo que dicen.
Paga, toma su bolso y sale a la calle, se le hace tarde.
En la vereda un policía a detenido a un miembro de la avanzada, forcejean, finalmente lo sujeta por el cuello con su brazo, la desventaja física es evidente.
Mario mira la escena inexpresivo.
En la pelea el policía le saca la capucha al manifestante, una mujer joven que sigue resistiendo.
Mario mira a los ojos a la mujer, en un segundo recuerda otro rostro, cuarenta años atrás, y la última vez que lo vio en circunstancias idénticas, en otra calle de Santiago, para no volver a verlo más.
Los efectivos llenan la calle y avanzan sobre la masa de gente.
Mario, el policía y la mujer quedan atrás.
Es un golpe seco, a la altura exacta, el policía se derrumba, Mario arrastra a la joven al túnel del metro.
La mujer lo sigue aferrada a su mano. No sabe que él está salvando a otra .
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