Se embriaga la flor en el pistilo
Pide auxilio a una abeja cercana
Pero el fuerte zumbido de las alas
Le impiden oír el clamor desesperado
Una bella mariposa se apiada
Y vuela fugaz en su ayuda
Pero una lagartija presumida se la devora
Nadie más oye el doloroso quejido de la flor
Un jardinero “amigo” le calma la agonía
Poniéndola en el cesto de las flores marchitas.
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