Amablemente recibo a tu espíritu
que viene a invitarme a tu entierro
más no sé, si puedo asistir a él
pues más tarde debo ir al mío
donde he confirmado mi asistencia
el carro fúnebre ha pasado por mi casa
recogiendo mi cuerpo lúgubre
y cuando golpea al fin mi puerta
el opaco forense de mi pueblo
salgo yo tendida en su camilla
rumbo al sitio preferido de los muertos
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