En casa de Lucía y Jaime, se preparaba la fiesta de los quince años, un evento muy particular que se ofrecía para Adela, la hija mayor del matrimonio compuesto por Jaime y Maria.
Se había adornado el salón con papel picado de colores, que representaba la alegría. Un arco de guirnaldas de rosas y girasoles, adornaba la entrada al jardín, en donde recibirían a los invitados.
Se esperaba la visita de muchas personas entre familiares, amigos y compañeros del colegio de Adela.
Se había dispuesto hermosos centros de mesa con flores y toda la casa estaba adornada con globos, plantas y velas. Gran cantidad de dulces dentro de jarrones y vasos de vidrio.
Unos jóvenes amigos de la quinceañera, preparaban el video que se daría a conocer a los invitados, con los años vividos de la niña. También se preocupaban de la música que se escucharía durante la fiesta.
La madre recordó que había que preparar la ceremonia del Árbol de la Vida, que consistía en la entrega de las quince velas a las personas más apreciadas por su hija, ella sabía quienes eran las personas que su hija mas amaba, por lo que comenzó a entregarles inmediatamente las quince ofrendas, una por una.
Los mayas y los aztecas realizaban esta fiesta durante la época precolombina, como un rito de pubertad, en que se indica el término de la niñez y la entrada a la vida adulta.
Llegaron los mariachi cantando la canción preferida de Adela. Su padre salió a recibirlos enfundado en un traje muy elegante.
Jaime tomó la mano de su esposa y juntos iniciaron la procesión, que los conduciría al camposanto, en donde reposaba Adela fallecida días antes de cumplir los quince.
El resto de los invitados caminaron detrás del matrimonio llevando cada uno las ofrendas, como se acostumbra en el Dia de Muertos: pan de muerto, velas, papel picado, globos, agua de horchata y dulces, los preferidos de Adela
las manzanas confitadas, los alfajores y exquisitos bombones, además de helados y panqueques
Finalmente estuvieron toda la noche recordando con alegría la vida de la niña que amaron y que nunca olvidarían. Cantaron y bailaron alrededor de su última morada celebrando los quince años de Adela.
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