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TIA ELBA

De las tres hijas ella era la más parecida a la madre, con las mismas características, su tremenda fortaleza y el gran antagonismo hacia las personas que ella consideraba inferiores, los marginados, los pobres diablos como decía.

Con autorización de la madre se decidió que Elba sería la segunda jefa del hogar. Tenía poder para regañar a sus dos hermanas si éstas no le obedecían. Esto hacía más liviana la carga de la madre que tenía que lidiar con tres hijos varones y su marido quién a veces parecía más otro hijo en lugar de un marido, un hombre tranquilo que se desentendía de la administración de la casa, para qué, si su mujer lo hacía tan bien! A él le bastaba con tener la ropa limpia y bien planchada, la comida servida en la mesa y el silencio necesario a la hora de las comidas, en esos sagrados momentos en que la familia comía en silencio para no molestar al dueño de casa. Era gerente de una empresa familiar y se daba el permiso para ir a almorzar todos los días a su casa con su familia, después de lo cuál, se dormía una cortísima siesta que le reponía de sus sacrificados deberes. Era muy estricto con sus hijos en relación a sus estudios, pero ellos lo amaban tanto como temían a su madre.

Elba tratando de parecerse cada día a la madre, obligaba a sus hermanos a rezar el rosario todos los días, éstos le obedecían porque sabían que nada sacaban con reclamar. Además había que acompañar a su madre a pagar una manda todos los años hasta el Santuario de la Compañía. Debían salir muy de madrugada y caminar los cuatro kilómetros que los separaban del lugar de penitencias.

Elba solo terminó la enseñanza media y solo tenía en mente acercarse más a la Iglesia católica, hasta que vió a su primo Manuel. Después de muchos años de ausencia, su primo y sus padres se habían ido a vivir a un país de Europa debido a los acontecimientos políticos sucedidos en el país años atrás. En la familia de Elba ninguno pensaba como Manuel y su familia, todo lo contrario, desde el primer momento en que éstos llegaron comenzaron las discusiones políticas, de las que Elba se restaba porque no entendía porqué se peleaban, si solo hablaran de Dios sería distinto, pensaba ella, para qué hablar de política que nadie entiende! Sin embargo la hechizó su primo, por su pasión al hablar de las personas como la lavandera de la casa, gran sorpresa para Elba que álguien pensara en doña Rosita cuando estaba tan bien en su casa lavando sus ropas y tendiéndolas para luego planchar y dejar todo perfecto. Doña Rosita nunca se había quejado de mal trato, su madre la trataba tan bien como a las otras empleadas domésticas a las que nunca les faltó nada. Manuel y su familia fueron huéspedes de la parcela mientras encontraban un lugar para quedarse. Este tiempo bastó para que a Elba se le llenaran de pajaritos los oídos cada vez que Manuel se acercaba, sin entender una palabra de lo que su primo quería decirle, estudiaría historia porque no quería que nunca se olvidaran los tristes acontecimientos del ´73 cuando él apenas tenía 8 años y tuvo que salir al exilio con sus padres. Elba ni siquiera sabía que significaba el exilio, era de una ignorancia espantosa, aunque no era culpa de ella, había vivido siempre en una burbuja, no sabía lo que pasaba desde la puerta para afuera. Por esa razón estaba subyugada con las palabras de su primo tratando de entender cuanto éste le dijera. Todas las tardes Elba y Manuel tenían largas conversaciones en la leñera. El le contaba acerca de lo que sus padres y él habían vivido durante el ´73, ella no daba crédito a lo que escuchaba, su padre siempre les dijo que su hermano vivía muy bien en Bélgica, tenía un estupendo trabajo como ingeniero pero nunca habló acerca de la razón de vivir en otro país. Manuel le contó que habían tomado preso a su padre y que su madre y él lo buscaron muchos meses por diferente campos de concentración, finalmente lo encontraron y lo sacaron con ayuda de unos militares amigos de su abuelo, quién estaba de acuerdo con el golpe de estado pero sin embargo hizo lo imposible para sacar a su hijo del país. Elba no se daba cuenta que estas conversaciones y la lectura aconsejada por su primo estaban cambiando su manera de pensar. Esto fue lo más cercano al amor que tuvo Elba, aunque siempre se trató de un amor platónico.

Llegó la despedida, la familia de Manuel había encontrado una casa muy cómoda y bonita para trasladarse. Después de los abrazos y agradeciendo la hospitalidad la familia se despidió de tíos y primos. Después de esa partida Elba cambió, al menos en lo que respecta al trato con sus empleados domésticos, Manuel le había enseñado a valorar a las personas y aunque ella insistía que no todos éramos iguales, al menos trató de mejor manera a las personas que socialmente siempre las había mirado como inferiores

Para consolar a Elba sus padres que se habían dado cuenta del enamoramiento de su hija, no correspondido, la integraron en la práctica de la zarzuela donde ellos participaban desde hacía años y que siempre presentaron en el teatro de la ciudad. Elba tenía una voz privilegiada de soprano, no educada, pero una voz preciosa. Eso fue un remedio para la nostalgia de la hija que según la madre ésta merecía alguien mucho mejor que Manuel que andaba defendiendo a las empleadas domésticas, cuando se ha visto?

Lamentablemente el padre sufrió un ataque al corazón tan severo que murió en unos minutos, su viuda desolada lo seguiría dos meses después. Elba quedó al frente de la casa, nunca perdió el control con su fuerza logró salir adelante con sus hermanos, éstos se casaron, se fueron con sus familias, las hermanas también se fueron poco a poco. Entonces decidió retomar los hábitos. Esta vez en un convento que ayudaba a madres de desaparecidos!




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