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UNA ALDEA OLVIDADA: TINGUIRIRICA

- Vamos a dar una vuelta en la moto de papá?- le dije a mi amiga Marta.

- Y sabes manejar? – me contestó……. – Claro, por supuesto que sé manejar esta Honda!

- Entonces vamos – dijo Marta subiéndose a la moto.

Teníamos catorce años y éramos dos loquillas pensando que el mundo nos pertenecía.

Qué agradable sensación sentir el viento en la cara, tomamos el camino de la carretera norte –sur hasta llegar al primer pueblito llamado Tinguiririca.

Su enredado nombre significa en mapudungun “cuerzo replandeciente”

Se encuentra en la Región de O´Higgins, provincia de Colchagua, Comuna de San Fernando.

Dimos una vuelta alrededor de la plaza y nos asombramos al ver solamente tres personas caminando, no había niños jugando y todavía no era mediodía.

Cansada por la tensión de manejar una moto tan grande, era de mi padre, (además era la primera vez, ni mi amiga lo sabía) decidí frenar alrededor de la plaza, pero al hacerlo el peso de la máquina se nos vino encima aplastándonos las piernas. No fue tan terrible, pero nos asustamos, logramos zafarnos y decidimos caminar un poco hasta encontrar un lugar donde comprar un par de refrescos.

Inútil diligencia, las puertas de las casas permanecían cerradas y ya ni siquiera se divisaban las tres personas que habíamos divisado al llegar.

Lo que si se veían abiertos eran los patios interiores donde se supone se guardan los caballos con sus monturas, pero no había nada, estaban totalmente vacíos los patios.

También vimos las macetas con cardenales cubriendo las paredes de los patios.

Pero de gente… nada

Parecía un pueblo fantasma.

Pero era de una belleza pocas veces vista, resplandecía el Cerro Tinguiririca reflejado en las aguas del Río del mismo nombre.

¿Cómo puede la gente perder esa hermosa vista? nos preguntábamos con mi amiga.

Recorrimos las cuatro empedradas calles bajo frondosos árboles que componían el pueblo, eran los años sesenta, época de la reforma agraria iniciada por el Presidente Jorge Alessandri pero impulsada en forma más amplia y operativa por Eduardo Frei Montalva, haciendo más expedito el proceso de las expropiaciones. Quizás esa era la razón de tanta desolación, los habitantes estarían en los campos, se había iniciado la preparación de los campesinos para la adquisición de la propiedad que duraría entre tres a cinco años.


Decidimos regresar a San Fernando.

Sudorosas y sedientas,  tratamos de subirnos a la moto, pero primero había que levantarla y nuestros delgados brazos no pudieron hacerlo a pesar de nuestros esfuerzos

Después de un par de horas las voces de unos campesinos que discutían acaloradamente atrajo nuestra atención, cuando estábamos a punto de  llorar, nos acercamos a ellos, estaban jugando a la rayuela.

Les contamos lo que nos había pasado y nos ayudaron a “montarnos” en la moto.

Después de agradecerles partimos rumbo a nuestra casa.

Al llegar vimos un grupo de gente en la puerta de mi casa y ……. a dos carabineros.

Mi madre estaba entre asustada e indignada cuando me vio regresar sana y salva. La mamá de Marta tenía la misma cara de preocupación.

No nos castigaron pero el silencio de mis padres por un tiempo prolongado, fue peor que un castigo físico.

Asi fue como conocí Tinguiririca una aldea olvidada en el tiempo  pero de una belleza poco común. En esos años era solo un caserío, en estos dias es distinto, se ha desarrollado como pueblo y…… ya no existe la reforma agraria.




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