Cuando pienso en México, mi mente se llena de colores. El amarillo del cempasuchitl, la flor que se ofrece en los cementerios para el Día de Muertos, allí donde las últimas residencias están pintadas de colores, el azul añil de las casas, en el rojo de la flor de nochebuena, el amarillo de algunas rosas y de la calabaza.
Lo difícil era acostumbrarnos a los sabores tan distintos a los que uno está acostumbrado. La comida mexicana es picante, pero lo asombroso es ver niños, a la salida de los colegios, saboreando exquisitas frutas embetunadas con ají picante. Otra cosa eran las tortillas de maíz, su olor es muy fuerte y penetrante, impregnaba las calles, al llegar fue muy difícil acostumbrarnos a ese olor, recuerdo que mis hijos me decían que querían regresar a casa que no es gustaba ese olor. Sin embargo, al poco tiempo nos hicimos adeptos. Asimismo fuimos consumidores de las más ricas frutas en cualquier momento del día. Y desde entonces consumimos guacamole en lugar de palta sola como hacíamos en Chile
Lo más fácil fue acostumbrarnos a la amabilidad de las personas, su calidez y simpatía, sencillez y educación. Dar las gracias y pedir por favor está patentado en cada uno de ellos, hasta en los más chiquitos. Al hablar también se nota una excelente pronunciación.
Las azoteas de las casas están pintadas con bellos murales que se observan desde el aire. Estas son planicies que se edificaron sobre los últimos pisos de los edificios y casas, con el propósito de albergar a las empleadas domésticas, asi es como, cada departamento tiene una habitación con baño en las azoteas, allí también está el tendedero para secar la ropa. La mayoría de estas jóvenes trabajadoras, vienen de las provincias, se les llama “las marias” debido a sus orígenes autóctonos. Actualmente, muchos estudiantes rentan estas habitaciones cuando se independizan de sus padres.
Ir a los Museos, que son numerosos y en perfecto estado, conocer y apreciar los murales de los grandes pintores como Rivera, Orozco y Siqueiros era algo que agradecíamos infinitamente. Sumergirnos en la vida de la famosa y trágica vida de la pintora Frida Khalo, es una experiencia maravillosa. Ver una pirámide por primera vez, fue alucinante, imposible describir cómo disfrutábamos esos momentos Subir las pirámides es otra cosa, pero con esfuerzos lo logramos.
Una de las mejores experiencias la tuve a pocos días de llegar y conocer una librería-café. Hay varias en la ciudad, pero la Ghandi la lleva, en cantidad de material de literatura a precios módicos, allá no existe el porcentaje que le aumentan a los libros en otros países, es una delicia leer bebiendo un exquisito café mexicano, para mi, una novedad que debería repetirse en mi país
Otra de las cosas interesantes que hay en las ciudades grandes como la Ciudad de México es la disciplina en el Metro, están divididos los vagones para hombres y para mujeres, asi, no hay atropellos y las mujeres son respetadas, aunque cuando uno camina en las estaciones del Metro, pareciera que la gente te lleva en andas, pero eso es por la gran cantidad de gentes. Eso si que impresiona al migrante, la cantidad de personas que hay en todas partes, en el mercado, lo mismo en el centro de la ciudad tanta gente a tu alrededor hace que uno se sienta “engentado”, según los nativos, .los parques, las plazas o ´zócalos”, las estaciones de metro, los autobuses igualmente atestados de personas que se dirigen a sus hogares o a sus trabajos.
Pero donde uno vaya, ya sea en autobús o en otro medio de locomoción, irá escuchando rancheras de grandes cantantes que se niegan a fallecer debido al cariño inmenso por sus canciones y al gran respeto por todo lo auténticamente mexicano.
Y si quiere escuchar la música con auténticos mariachi, hay que darse una vuelta por la plaza Garibaldi, donde hay muchos conjuntos que te cantan lo que les pidas por algunos pesos, y lo hacen tan bien, que la gente se queda allí, por horas olvidando el mundo exterior.
Un punto aparte es el Parque de Chapultepec, una belleza de la naturaleza donde se puede pasear en medio de bosques, lagunas y juegos. Además de visitar el Castillo de Chapultepec, antigua residencia del único rey francés que se estableció en México. Es un lujoso palacio, lleno de muebles y adornos propios de la realeza y que está a disposición para ser visitado por turistas y nacionales.
Cerca del Parque de Chapultepec está el Museo de Antropología, que no se puede visitar en menos de una semana.
Para terminar esta crónica debo decir que curiosamente no hay perros callejeros y las mascotas andan amorosamente protegidas por sus dueños, en los parques y plazas de la ciudad de México.
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