CLÁSICOS DEL CINE: “EL GATOPARDO”
Director: Luchino Visconti.
Actores principales: Burt Lancaster Alain Delon, Claudia Cardinale.
Año: 1963.
Música: Nino Rota.
Inspirada en la novela “El Gatopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958).
En plataforma Disney.
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
Trancredi Falconeri
El escritor Giuseppe Tomasi di Lampedusa no tuvo suerte con las editoriales Einaudi y Mondadori para publicar su novela (escrita entre los años 1954 y 1957), lo rechazaron tajantemente y no quiso pagar la edición independiente de su libro: “El Gatopardo”. En 1958, recién la obra es publicada. El escritor Giorgio Bassani, autor, posteriormente, en 1962, de la famosa novela “El jardín de los Finzi -Contini”, se encarga de la publicación en la editorial Giangiacomo Feltrinelli, escribiendo el prólogo. Es traducida a varios idiomas, ganando el Premio Literario Strega en 1959.
Lo dramático es que Lampedusa murió un año antes de la publicación.
La historia de la novela se ambienta en Sicilia, año 1860, durante la unificación de Italia, en el Risorgimento, encabezado por Garibaldi, siglo XIX. El Príncipe de Salina, Don Fabrizio Corbera, (Burt Lancaster), intenta preservar a su familia de clase social aristocrática, en tanto suceden cambios políticos y sociales trascendentes para su país.
La película aborda la decadencia de la aristocrática familia del príncipe y su familia y los cambios en esa transición de la nobleza a una burguesía incipiente, encarnada por Angélica Sedara (Claudia Cardinale) y sus padres.
Los personajes luchan por no perder el poder en medio de la guerra.
El príncipe de Salina tiene siete hijos, pero su predilecto no es ninguno de ellos, sino su sobrino Tancredi Falconeri, simpatizante de la unificación, del cambio. Claramente Tancredi simboliza el presente y don Fabrizio Corbera, el pasado de una aristocracia en decadencia que intenta vanamente conservar sus tradiciones y costumbres conservadoras. Sin embargo, el príncipe es un visionario y se adelanta en el tiempo, aceptando que Tancredi se case con Angélica, una joven sencilla y precursora de una clase media burguesa, que se asoma, en vez de que lo haga con su hija mayor: Concetta.
“Que todo cambie para que todo siga igual” le dice Tancredi a su tío prediciendo que podrá cambiar la bandera de color blanco con la flor de lis a una insurgente bandera tricolor, pero las instituciones básicas, los poderes fácticos, la Iglesia, solo sufrirán leves modificaciones, la esencia permanecerá incólume ante cualquier cambio supuestamente estructural. Además, el ambicioso joven presiente que ese clima será favorable para una incipiente carrera en la política.
Existen tratados acerca de lo que se ha denominado “El gatopardismo” el concepto que, aplicado a la política, adquiere mucho sentido. La sociedad y su dinámica, sus juegos de poder permanecerán igual.
Es necesario destacar que el blasón de la familia de Lampedusa exhibía un leopardo erguido sobre las patas traseras y que el autor de la novela se inspiró en la figura de su bisabuelo, de linaje aristocrático para crear al príncipe de Salina, Fabrizio Corbera.
La estética de la película se basa en una melancólica y sublime belleza, una obra de arte, acompañada de la música maravillosa de Nino Rota, el vestuario esplendoroso en toda la película, especialmente en el majestuoso baile final, el palacio de Donnafugata ( adónde acuden el príncipe y su familia huyendo del conflicto bélico y que aún existe y es visitada por turistas constantemente), la campiña, la escena del baile final en la que podemos disfrutar de un vals inédito de Giuseppe Verdi, cada escena representada con la meticulosidad de un artista, de Visconti, el gran director italiano.
Cuando el príncipe Salina le dice al padre Pirrone: “Los burgueses no quieren terminar con nosotros, sólo quieren ocupar nuestros lugares” está adelantándose a su época, a lo que efectivamente ocurrió, ya que sus tradiciones se imitaron socialmente, a veces de una manera burda y vulgar hasta el día de hoy.
La película obtuvo, entre otros premios, la Palma de Oro a Luchino Visconti en el Festival de Cannes.
“El Gatopardo” es, sin lugar a duda, un clásico del cine mundial, relevante por hacer reflexionar al público y mostrar con belleza singular, los valores y tradiciones que definieron a la sociedad de Italia del siglo XIX.
Una película imperdible, una joya del cine, con valor artístico imprescindible, para todos los amantes del cine de excelencia.
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