top of page
Search
  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • Jun 17, 2024
  • 1 min read

A mi abuela Blanca Laura Narbona


La muerte viajó en el viento y derrotó a la primavera

Malvada asesina; entre mis manos quisiera tenerte

Y azotarte con lágrimas derramadas

Te fuiste, madre mía

¡Cesaron tus penurias!

Pero nosotros, inmóviles en el tiempo,

te vimos alejarte en ese carro de noche


La muerte viajó en e viento

Llegó junto a tu lecho

Con su trágica misión

En esa nubosa mañana

Se fue yendo el alma de tu cuerpo

Cerráronse tus párpados;

nos rozaste con tu infinita mirada

y nos dejaste el último suspiro

envuelto en un sollozo

¿Por qué tenías que morir?

¡Cuánto te añoramos!

Ahora sólo nos queda tu santo recuerdo

Forjaremos tu imagen bendita

Con el fuego del corazón

Y el hierro del alma.




 
 
 
  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • Jun 17, 2024
  • 2 min read

Mi primera aproximación a la muerte fue cuando murió mi abuela paterna, un once de septiembre de 1961. Esa mañana el gato amarillo se desesperó maullando en el pasillo de la vieja casona. Eran casi las nueve de la mañana y mi madre preguntó si había despertado la mamita Lala. Fui a verla y su rostro resplandecía de paz, respiraba muy bajito y parecía descansar sin dolor alguno. Corrí a avisar que dormía, mi madre vino y como vio que ese sueño profundo no era normal, partió a llamar a mi padre, por el teléfono del Retén, que quedaba justo al lado de nuestra casa.

La reacción de niño cuando ella dejó de respirar, mientras brotaban los llantos de las mujeres y mi padre aún no llegaba, fue de inusitada alegría. Porque ella estaba diáfana, bonita, sin ese dolor que no la dejaba descansar. Bajé a buscar a mis amigos del barrio y a todos les fui mostrando a mi abuelita, que ya fría y elegante reposaba sobre su lecho, cubierta por una sábana blanca, que yo sentía le molestaba en el rostro plácido. A la usanza antigua, el velorio se instaló en casa y al día siguiente, la misa y una carroza con caballos inició su último viaje terreno. No lloré, sólo le escribí un poema, la muerte viajó en el viento y derrotó a la primavera.

Mi abuela había nacido un dieciocho de septiembre al despuntar el siglo y no pudo llegar a esa fiesta con guitarras que ella disfrutaba postrada en su lecho, pero sonriente. Así fue mi primer topón con la muerte.

A continuación, dejo este hilo de poemas que han ido reflejando esta relación de irreverencia y respeto con la inexorable Madonna.



 
 
 
  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • Jun 2, 2024
  • 1 min read

Por un despeñadero,

Intentando que no se rompa

mi vaso medio lleno,

me acurruco al sol

y como un náufrago sediento

recupero el fuelle

sobrevivo al miedo

Malabarista de semáforos vacíos

Aferrado a los abrazos prohibidos

torpemente,

esgrimo una súplica,

prendo un cirio

y escarbo,

borracho arrepentido,

un evangelio

Claudico ante el horror

y tiemblo,

desprovisto de tiempo

Clausurado y restringido

se marchita mi proyecto

Estoy ordenando, sin sentido,

buhardillas que almacenan

la indescifrable soledad del siglo

Mientras, va surgiendo

a borbotones

una pena recóndita

Retumbando en escalofríos

las burdas promesas

del olvido

En un soterrado e irónico preludio

Avanzo inexorable hasta el hastío

Lamentando las ausencias que crecen

Sollozando por plazoletas

un adiós trunco

Sintiendo que los puentes

se desmoronan entre silbidos

Y los colores renuncian a la luz

La palabra tartamudea de terror

Se socava toda regla

Se disuelven los argumentos de la historia

El reloj de arena se ha volcado

Y las hormigas preparan sus imperios

La humanidad inclina sus espaldas

Y un ojo cíclope la hipnotiza y guía

Caen las gárgolas de catedrales en llamas

El oro no alcanza a comprar una puesta de sol

Los humedales se esfuman en protocolos de muerte

Las quebradas se fracturan de silencios

La penúltima página se está rasgando en impotencia

Por los cementos de las urbes se quema los pies una utopía



 
 
 
bottom of page