El sentido de WIÑAY PACHA (tiempo o vida eterna) es una percepción propia de los pueblos originarios andinos y con la inserción del catolicismo se instala como AMAY URU (día del alma). Este se instala en el contexto de los meses de octubre y/o noviembre, principalmente los días 1° y 2 de noviembre, dependiendo de la tradición de cada región, comunidad o familia.
Los pueblos originarios tienen la concepción, que todo tiene ciclo, entre ellos el cuerpo biológico de los humanos, así como otros seres, nacen, crecen, se multiplican y mueren cuando llega a su fin. Luego pasa a un ser espiritual, que está junto a los vivos.
Durante la colonia todas las fiestas y ceremonias originarias fueron superpuestas por celebraciones cristianas católicas; cambiándoles el nombre, en algunos casos la fecha de celebración y cambiándoles también el verdadero sentido. En el caso de la fiesta ceremonia del Wiñay Pacha, desde la colonia pasó a denominarse “Fiesta de Todos Santos”, por lo que hoy en día, después de un duro proceso de cristianización forzosa, en algunas comunidades se hace referencia a dicha celebración como Amay Uru, que es simplemente una traducción al aymara de “día de los difuntos ” o ajay uru “día de las almas”. Recordemos que para las culturas más antiguas la muerte no existe, por lo menos no de la forma como se concibe la muerte desde la visión occidental, como el final, la cesación de todo y, por lo tanto, como algo trágico
Sin embargo, según las tradiciones precoloniales la celebración dura al menos tres meses, hasta el inicio de la Anata, que coincide con el Carnaval.
En este tiempo, los aymaras realizan celebraciones dedicadas a los muertos como la fiesta de las ñatitas que se celebra el 8 de noviembre (costumbre que llegó a las urbes). También está la fiesta de San Andrés, a fines de noviembre.
En el mundo Andino la vida es eterna; el ser humano simplemente pasa por esta vida como por un camino, la muerte es solo una transición de un lado a otro; de hecho, el nacimiento y la muerte son lo mismo, sólo depende de qué lado de la puerta estamos. Dentro de nuestra cosmovisión, existe una completa y estrecha relación entre todos los espacios y dimensiones que conforman el Multiverso; bajo esta forma de pensar, la “muerte”, no implica aislarse totalmente y, por lo tanto, no hay lugar al olvido de nuestros seres queridos
En la época prehispánica, para la celebración de la Fiesta de los Muertos se acostumbraba a sacar a los cuerpos de los difuntos para cambiarles de ropa y se los llevaba en andas por las comunidades, posteriormente se los volvía a enterrar.
El muerto era considerado como un sullka dios, es un dios de segundo orden. La relación de éste es que tiene que establecer un mecanismo comunicacional entre los seres vivos y las deidades mayores y las deidades mayores en este caso vendrían a ser los apus a los achachilas-
Hoy en día en la urbanidad de Santiago de Chile, se reúnen diferente asociaciones andinas a celebrar esta ceremonia tan importante, agradezco en lo personal a la Asociación INTIMARKA de Recoleta y a la Escuela de Idiomas indígenas del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural donde participo por la invitación a vivir esta fecha tan especial.
Preparar el altar y la mesa de nuestros difuntos, probar sus comidas y bebidas favoritas, compartir T’ant’a wawa y las memorias de los ancestros, hayni de saber con nuestros yatichiris.
Bailes y música con los sikurinaka toda una fiesta en honor a la presencia de nuestros difuntos. Ver la muerte como un nuevo comienzo y no como un fin, hace que al menos para mi, el dolor se aleje y la memoria de mi jachá mama (abuela) y jach’a Tata (abuelo) me abracen.t
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