Asumir la vida como parte del arte o el arte como parte de la vida; con la ventana abierta hacia la comunidad empuñando el oficio de pedagogo y promotor cultural no es el catalejo más común por donde miran los artistas. Lázaro Yovany Enríquez Rodríguez es un creador que a veces ha dejado a un lado su obra personal por apoyar y realizar otros proyectos y sueños.
Nacido en Melena del Sur en 1971, Yovany es un artista de formación académica. A los doce años comienza los estudios de pintura en la Escuela Vocacional de Arte Juan Pablo Duarte en Güira de Melena, posteriormente estudia en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro donde se gradúa en 1992, y del 2006 al 2010 concluye la Licenciatura en Educación en la especialidad de Instructor de Arte. Durante 19 años fue miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de la entonces provincia La Habana; siendo el presidente de la sección de artes plásticas del 2001 al 2009; ese mismo año ingresó a la UNEAC. A partir del 2011 es el vicepresidente de dicha sección en la provincia Mayabeque. Además, es miembro del Fondo Cubano de Bienes Culturales; del Fondo Cubano de la Imagen Fotográfica y del Directorio Iberoamericano de Fotógrafos y Camarógrafos.
La obra de Yovany Enríquez está marcada por la impronta del arte contemporáneo. Desde un inicio con el grupo Nosotros en 1981 su intención fue y es la crítica social, ir contra la belleza eterna, las leyes de la lógica, la inmovilidad del pensamiento y la pureza de los conceptos abstractos. La ecología, la apropiación, la mirada intima al ser humano, el salvaguardar la memoria histórica y provocar estados reflexivos en el espectador han sido y son leviv motiv continuo. Este creador gusta además del trabajo en la y para la comunidad, tanto con jóvenes como con niños. La fotografía, la pintura, la instalación, el performance y los happennig se encuentran entre las principales técnicas utilizadas; en cada una de ellas ha coexistido uno a varios géneros. El romper fronteras y elaborar discursos a partir de la psiquis individual y colectiva marca la obra de Yovany quien transita de la acción a la representación, y del espíritu iconológico al pensamiento icnográfico.
Debido a su componente heráldico y su función protectora Yovany asumió en varias series al escudo como icono a partir de que es el arma defensiva activa más antigua utilizada para protegerse de las armas ofensivas y para un ataque. De esta manera redimensionó el significante de un objeto utilizado por casi todas las culturas de la humanidad y que a no ser por la policía y algunas pocas tribus ya no tiene función social colectiva. Ligeros y resistentes, de numerosos modelos y tonalidades los escudos se tornan grotescos, íntimos, eróticos…, y a la vez personales Varios han sido los premios y menciones de este creador donde sobresalen en el 2001 el Premio del Salón Habana y de la UNEAC y ARTEX que le posibilitó su inclusión en el Salón Nacional de Premiados; dos años después en el 2003 nuevamente se le abren las puertas a dicho Salón Nacional al obtener un nuevo galardón, de igual manera ha participado en el proyecto Fábrica de Arte. Atesora además otros logros como en la Bienal de Fotografía de San Antonio, en el Salón Arístides Fernández de Güines, en los Coloquios Provinciales para el Desarrollo de la Cultura como investigador.
Después de cuatro años de investigación en el 2010 Lázaro Yovany Enríquez presentó el proyecto Paráfrasis como Tesis de Diploma. Integrado por estudiantes de segundo a noveno grado con edades entre 7 y 14 años de la escuela especial “La Edad de Oro” de Melena del Sur. Paráfrasis no fue más que la creación de un sistema de actividades para niños con retraso mental; que tuvo el apoyo continuo de la familia, cultura, educación y otros creadores del territorio. Varios fueron los premios y reconocimientos alcanzados: en el Festival Provincial de Pioneros y la Bienal de Las Artes y la Salud Mental. Significante resultó la exposición en la Casa de África y el encuentro en el Memorial José Martí.
Yovany Enríquez es un artista multifacético: en el 2002 ilustró el disco Manos confusa de José Antonio Navarro de los Estudios ABDALA; en el 2003 bajo el sello EGREM salió el disco Alma Gitana de Reinier Mariño y en el 2007 tocó el turno a la literatura con “Me ha llamado un caracol“ de Margarita Arcia Rodríguez. Después vendrían nuevos títulos con “Leyendas de Mayabeque” de Omar Felipe Mauri, 2012; “De ávida vida” de Juan Carlos Garrote y “La jauría” de Andrea Molina” en el 2017.
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