Epílogo: La muerte siempre duele y más cuando llega de sorpresa, y más cuando es de manera brusca, a través del suicidó. Y más cuando ya has perdido un ser amado como tu propio hermano. Por eso… aún me parece incierta la muerte de Marilú Rodríguez Castañeda, escritora cubana y amiga, a quien conocí con apenas 20 años. Prefiero creer que al igual que mi hermano fue por nuevos soles y recordarla alegre, amiga, culta, llena de sueños… como cuando le realicé esta entrevista, hasta hoy inédita.
Desde siempre me he negado a que las mujeres somos del agua la corriente mansa, aquellos que así lo "intentan" repetir como slogan, se mienten ante todo así mismo; porque una mujer es eso y más. Una mujer es también una tormenta en los límites de un vaso y hasta del clásico cubo de agua y jarrito con el que nos bañamos -aunque sea una vez en la vida- todos los cubanos.
Marilú Rodríguez Castañeda es una de esas mujeres. Una de las tantas féminas nacidas en esta Isla con ovarios de acero. No se puede decir que para ella la cotidianidad y el ríspido vivir del día a día están lejos de sus horas; ni de las miles de batallas que se libran en una cocina cubana, cuando se enciende el fogón.
Marilú es una mujer anecdótica y temperamental que sabe como destilar los sentimientos, y separar el dolor sin luz de los afilados dientes de perros y la ternura de un instante de poesía.
Poeta, narradora que busca ante la página en blanco dejar sueños y dolores ̶a veces tan grandes como los de parto̶ palabras expresionistas que ven en la acción la evolución autónoma de los personajes con un análisis, dinámico, psicológico y concentrado de la realidad. En la poesía el ritmo libre caracteriza el verso mientras que en el cuento y recientemente en la novela la evolución de la acción y las conductas elípticas de los personajes ante la realidad son "ganchos" para atrapar a los lectores.
Y.T.H. Háblanos de esa Marilú que a veces puede tocar el violín como el pez pero también cantar un itá, sin pelos en la lengua porque no es una muñeca floja en un cómoda de porcelana.
M.R.C. En eso tienes toda la razón del mundo, tener en alta estima la sinceridad más plena y gozosa me ha costado caro muchas veces, pero caro hasta donde no te lo puedes imaginar. Por ello he perdido amigos, amores y hasta familia, y también me he ganado la amistad y el amor de mucha gente, pero tú sabes con los años una se va volviendo una vieja camajana, y ya piensa las cosas dos veces para decirla. Porque aprendí de una persona, por supuesto una mujer que era como mi madre, “Que para decir la verdad hay que colgarse un machete de la cintura. Por eso creo que Racha, otra de mis personajes, socia de Lucía Méndez, anda por ahí diciendo horrores, de los libros que no se venden, de los precios del mercado, con dos pistolas colgadas de la cintura. Porque sabes abunda un tipo de sujetos que les gusta como dice ella misma “oírse bonito” y eso está de moda, pero no tiene nada que ver conmigo. ¡A mí que me maten! Aunque también sé ser dulce y mesurada con quien se lo merece.
Y.T.H. La poesía, ¿por qué el miedo a que te atrape?
M.R.C. ¡No, que va no tengo miedo a que me atrape!, esa me atrapó en el mismo parto de mi madre cuando yo nací, a quien le dediqué un poema malísimo que lo dice. Soy yo la que me siento mínima ante ella, y pienso que nunca voy a poder atraparla de verdad. ¡Ay Dios! Cuando pienso en Vallejo, en Neruda, Baudelaire, Witman, Roque Dalton, Ángel Escobar, en el Gordito de Trocadero, Ballagas, Boti, Dulce María, Lezama, ¿qué es lo que yo soy? El propio Florit, del que me estoy leyendo un libro ahora. Si los poetas son el ojo del mundo. Si los poetas son sanadores de almas, tienen el don de la sanación como pudiera decirse en materias religiosas. Oye, pero te digo la verdad, que sea una confesión íntima, sin poesía yo no pudiera vivir, es más que te digo que siempre estoy leyendo poesía, buena, mala, la que aparezca, que sería de mi sin ella, que me colma como un bálsamo el alma. Hace unos días me leí un libro de poesía de Luis Sexto, por Dios hija, que clase de poeta es ese reconocido periodista. Un libro que conmueve hasta doler. Me acuerdo ahora de estos versos, “Ni contigo ni sin ti mis pernas tienen remedio, contigo porque me matas, sin ti porque me muero”. Creo que son de Gustavo Adolfo Bécquer. La poesía es mi amor, mi pasión y mi locura. Y sabes sin amor no se puede luchar.
Y mientras... esta mujer continua mirando por su ventana, a la que llegan las golondrinas de vez en vez, en un toque de violín o una rumba de cajón. Ella y Lucía, Lucía Méndez y ella andan y desandan las viejas calles de Guanajay o de esa Habana; sin la cual ninguna de las dos puede ya vivir.
MARILÚ RODRÍGUEZ CASTAÑEDA.
(Artemisa, 12 de abril 1954 – 9 de mayo 2022)
Narradora, novelista, poetisa. Obtuvo Distinción en el Concurso Nacional “Ernest Hemingway”, 1992, con el cuaderno de cuentos “SOLICITUD”. El Centro Provincial del Libro y la Literatura, le publica su Cuaderno de Cuentos “CONTAR EN DOS TIEMPOS”, La Habana, 1993. Colaboró con sus textos en revistas cubanas y el periódico “El habanero”. Ganadora del Premio Nacional “Luis Rogelio Nogueras”, con el Libro de Cuentos “VIOLINES PARA UN PEZ”, Ediciones Extramuros, 1999. La Editorial Unicornio le publica su libro de cuentos “MELODÍAS PARA UN FAUNO”, 2006. Distinguida en el Concurso Internacional “Escribanía Dolts” con “CARTAS DE AMOR”. Colaboradora de la Emisora Habana Radio, por más de cinco años, en la Revista Radial Paradiso, segmento “DE LIBROS Y AUTORES”. Sus comentarios y artículos aparecen en la Revista Digital habradio de esta emisora. Publica en el 2014 su libro de cuentos “MUÑECOS FLOJOS”, editorial Unicornio. Publica en el 2016 la novela “OFICIO DE TÁNTALO”, Editorial Unicornio. Cursa Estudios de Panorama de la Cultura Cubana, en la Biblioteca Nacional “José Martí”, ofrecido por el Instituto Superior de Arte. Obtiene Beca de Creación UNEAC 2017 con la novela “COLONIA DE HONGOS BLANCOS”. Antologada en Cuba, “EL ÚLTIMO PÚBLICO”, Editorial Unicornio, 2001 y “NOSOTRAS DOS”, antología homoerótica, Ediciones Unión, 2011; España “CUENTOS DESDE LA HABANA”, Editorial Aguaclara, 1996; Argentina, Concurso Interamericano para mujeres narradoras, Distinción de obras, cuento “ISABEL” 2007; México (Revista Signos Universidad Popular de la Chontalpa, diciembre de 2014), y los Estados Unidos, Selección de obras asociadas a la Virgen de la Caridad, del autor Emilio Cueto (cubanoamericano), 201___. Impartió 8 Talleres de Narrativa, entre los años 1990 al 2018. Fue miembro de jurados literarios en instancias nacionales, provinciales y municipales. Condujo el espacio “CON VOZ DE MUJER” por varios años, en la Casa de Cultura de Guanajay; organizó y realizó con la colaboración de la Editorial Unicornio, evento de igual nombre con mujeres escritoras y poetas de la provincia, asistiendo como figuras invitadas Marilyn Bobes, Mirta Yáñez y Jamila Medina. Publica en el 2018 su segunda novela “EL LIBRO DE RACHA Y OTRAS OBSESIONES”, Editorial Unicornio. Publica en el 2021 su tercera novela “ALGUIEN ESTÁ EN LAS CENIZAS”, Editorial “Primigenios” Miami, Florida. Tiene en proceso editorial (Unicornio), libro de poesía, “EPIFANÍA DEL SILENCIO”, con prólogo del poeta, crítico literario y profesor Roberto Manzano. La Dirección de Cultura de Guanajay, le otorgó Reconocimiento en el 2018, por su valioso aporte durante varios años a la promoción de la lectura y asesoramiento literario. Recibió Homenaje junto a otros escritores en el 2019 por parte de la UNEAC y Comité Provincial del Partido de Artemisa. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Cantar
Para hc.
Al pan también y al agua se parecen.
Aunque no supieron arreglarme la ventana rota
y si clavan en algún lugar de la casa rompen el martillo
(y hasta los dedos).
Creo que esas para las que hago estos versos
me apuntalaron el corpus de la mejor manera:
se ajustan a mi costado cada día,
calientan mi cama por las noches.
Fueron hechas para mí, lo supe desde siempre,
como fue hecha la cuerda para el ahorcado.
Se tienden a mi orilla cuando la pena me extravía.
Sus manos que no esculpieron ningún David,
tampoco pintaron la capilla Sixtina,
van y vienen, trabajan, sudan, acarician, escriben,
se mueven a veces con simple torpeza.
Imagino que ellas salvaron a una prostituta
que iban a decapitar en el trono de Indra.
O tal vez viajaron con Gulliver al país de los gigantes.
Son las mismas de cuando yo soñaba con Peter Pan y Wendy.
Colorearon un pez rosa y otro azul para mí.
Son esas, las que no pulsan en ningún violín una pieza de Bach,
no han sostenido nunca una batuta para dirigir
una orquesta de cuerdas en Viena, ni siquiera ellas
han rasgueado la más pusilánime de las guitarras.
En el fondo de los días, me ofrecen un café en las mañanas.
Mientras holgazaneo entre las sábanas, revisan mis chapuceros garabatos.
Ellas se enfrentan a mis dolores, enemigos de siempre
los espantan con un simple frote sempiterno.
Cuando yo alcance el sueño, tal vez sería mucho pedir,
quiero que esas ya en la última hora conecten la música a todo volumen
para que yo escuche el Concierto de Aranjuez de Rodrigo,
Las tardes grises de Sindo, la Bella cubana de White.
Que ese día arrojen flores de romerillo
en la tierra donde me han de plantar.
Aunque parezca profano el pedido quiero que esas manos
escriban para mí un epitafio común.
No un epitafio a lo Isadora Duncan, o a lo Chaplin,
si no uno así a lo Feijóo: Aquí yace una hormiga colmenera
que le gustaba mirar estrellas.
Premoniciones
Para hc
Un día de estos
se acabarán las farsas,
las marionetas, los payasos,
la utilería, la tramoya.
Todo dará una vuelta.
Se habrá ido al fin
la vida.
Alguien dirá unas palabras
como si hiciera falta (un por si acaso).
Quizás se escape alguna lágrima
desde algún ojo indiferente.
Una racha de viento se alzará
para amenizar el momento.
Otros se quedarán mirando
en esa tarde cualquiera
el pozo solitario donde se hundirán mis huesos.
Tal vez un tiempo después recordarán
el tiempo que viví. Los desvaríos. Mis versos.
La imagen de mis sueños, los que fueron,
los que no pude alcanzar por simple cordura.
(No dije cobarde).
Quizás día tras día allá,
donde se construyó el silencio de mis días,
alguien humildemente ponga una rosa en una
jarra de cristal corriente, sin miramientos,
como un simple acto de claridad,
y recuerde los brazos de mi muñeca rota.
Sacuda del tiempo mis libros, una carta,
los diccionarios, los manuscritos y sonría:
…Sabe que el amor tiene
un solo precio que se paga
pronto o tarde: la Muerte .
Encontrará pronto alguna nueva amiga.
Las cuartillas secas se las llevará el viento.
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