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EN EL MES DEL AMOR Y AMISTAD UNA MIRADA AL APÓSTOL CUBANO JOSÉ MARTÍ, DESDE LAS ARTES PLÁSTICAS.

EL MARTÍ QUE QUIERO CONOCER

POR: YURAY TOLENTINO HEVIA


El 19 de mayo se cumplirán 127 años de la caída en combate en Dos Ríos del Héroe Nacional Cubano José Martí. Sirva este texto como homenaje de todos los artistas nacidos en esta Isla -antes, ahora y siempre- para el más universal de todos los cubanos


o nos salvamos juntos o nos hundimos los dos

José Martí


Desde la primera formación económica social el hombre ha estado inmerso en continuos renacimientos, filosóficos, artísticos, políticos, sociales, científicos pero... un enter común se ha mantenido en todos estos años de evolución: el hombre –incluso a Dios- moldeó a su imagen y semejanza.


En las artes visuales Cuba no ha estado ajena a los nuevos estilos artísticos, quizás muchos de ellos han llegado tardíamente a la Isla, sin embargo.. nadie duda de nuestra riqueza cultural, y de cuanto hemos aportado a la historia del arte universal.


El ideario y la figura de José Martí siempre ha sido motivo de inspiración en el arte cubano. Tres artistas de la plástica de época y estilos diferentes nos acercan desde su cosmovisión y la praxis objetiva de desmitificar al héroe como mito a ese otro Martí que ven con los ojos míos, y los de muchos cubanos.


Jorge Arche: el otro Martí


Adentrarnos a nuestro yo como “cosa en sí” es desdoblar el lado humano que todos tenemos y no importa el status social que tengamos. Más allá de la mitificación del héroe se encuentra el hombre. El hombre de carne y hueso, el hombre que al final de su vida será polvo y cenizas pero del que quedarán las ideas.



Cuando Arche nos regaló el retrato de Martí en 1943 nos estaba proponiendo otra forma de ver al Apóstol. Con un paisaje montañoso de fondo que marca su incidencia sobre el espectador a partir de la sensación de tranquilidad que nos transmite el color verde. El pintor desviste al héroe de su característica leva negra y nos lo muestra -al igual que en otras obras de su retratísca- con una camisa-guayabera blanca para darnos -en mi opinión- toda la pureza y grandeza de las ideas del maestro, quien tiene la mano derecha sobre el pecho como queriéndonos decir que su corazón late por Cuba, y la otra mano la proyecta sobre el marco espacial que encierra la obra, o sea, reafirmando que su ideario vive; y que a José Martí no se le puede ver ni interpretar su pensamiento como un calco de una imagen estereotipada cercana a Dios, porque es un hombre.


Retrato a José Martí de Jorge Arche es sin dudas una obra de cita a la hora de estudiar la vanguardia cubana. Con una latente contemporaneidad y una excelente factura artística, donde se destaca la simetría axial de la obra y el predominio de las líneas verticales que nos dan la vitalidad, confianza y permanencia de este otro Martí.



Alejandro Aguilera: de Nípe a Duabas


Desde que el mundo existe las corrientes filosóficas han ido renovándose cíclicamente, pudiera decirse que no existe filosofía perfecta y que en nuestro mundo moderno casi todas conviven -paralelamente- más allá de las continuas negaciones inherentes al desarrollo, no sólo tecnológico y de las ciencias, sino también del pensamiento. A pesar de... las interpretaciones idealistas religiosas de la historia universal no han muerto.

Subjetivamente el hombre tiene la necesidad de llevar sus iconos al contexto que obedezca y se correlacione con su libertad espiritual. En 1989 el proyecto “Castillo de la Fuerza” reunió a un grupo de jóvenes artistas de la plástica cubana donde las propuestas de cada uno de ellos estuvo condicionada -en menor o mayor grado- por la mirada introvertida hacia la sociedad y sus resortes históricos-políticos-sociales-religiosos.


Playitas y el Granma, escultura de Alejandro Aguilera, fue una obra volumétrica que en su espacio y tiempo no pasó inadvertida. Aguilera ubica a Fidel, Camilo y Martí en un bote, al parecer el que utilizó este último en 1895 para llegar a Cuba; y en un contexto sacralizador que entronca con la patrona de la Isla, la Caridad del Cobre, y la leyenda según la cual la virgen apareció a tres pescadores en medio de una tormenta cerca de la bahía de Nípe, en Holguín. Es el Apóstol el único que está remando como queriéndonos decir que la cognosibilidad del proceso revolucionario partió de su ideario y de los maestros que lo antecedieron. A través de la deconstrucción del héroe como mito y con un carácter metareligioso nos plantea que nuestros héroes y el proceso revolucionario también estuvieron bendecidos y “protegidos” por los santos, en especial por nuestra patrona, puesto que el pueblo cubano acostumbra a acudir a la fe. Tampoco debemos olvidar que nuestros barbudos al bajar de la sierra traían -la gran mayoría de ellos, para no absolutizar- collares e imágenes religiosas. En esta obra bidimensional sobresale el color azul así como el excelente trabajo en un soporte difícil de moldear como es la escultura.


Williams González Chávez: entre la razón y el pensar


La percepción y la representación parten del torrente emotivo en línea ascendente. Los meandros que nacen, los que se mantienen y hasta los que se hayan secado son los que alimentan este caudal al que llamamos recuerdos y experiencia.


Cuando Martí escribió La Edad de Oro lo hizo no solamente para todos los niños, porque son los que saben querer. Escribió para que ese niño no se no fuera nunca a pesar de los vaivenes y los tropiezos de la vida. Williams González Chávez lleva dentro a Pilar y a Meñique, a Nené Traviesa pero también su Isla. El plato (como símbolo) donde todos comemos está en el pecho abierto del Apóstol; la raspadura de la Plaza de la Revolución sobrepasa las nubes como una Babel. Frutas, mogotes, la bandera, libros que cuelgan; es lo que le artista disfrutó, da y tiene de alimento. La luz naranja-amarilla y los ojos abiertos se nos adentran estrepitosamente como la pluma en sus oídos.


Epílogo


Acercarnos a José Martí desde el arte es un ejercicio de reflexión y un reto para los creadores. Ponernos frente a un Martí que antes de ser héroe fue hombre, y después ser héroe continuo siendo hombre, es y será un digno homenaje al maestro. Siempre habrá quien esté a favor y quien esté en contra, pero lo cierto es que nada será suficiente para honrar a este cubano que sólo pidió sobre su tumba un ramo de flores blancas y una bandera.







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