Hablar de humildad y cívica en tiempos de crisis social y moral puede parecer puro oportunismo; sin embargo, son estas las palabras que trae el viento cuando se mira con los ojos de quienes lo conocieron y se “ve” su obra. Hombre sencillo, de andar rápido y menuda figura: Luis Sebastián Najarro Elejalde no fue de los que anduvo haciendo alardes técnicos y culturológicos. Ante todo fue hijo-hermano-tío-maestro: Amigo.
Nacido en Güira de Melena el 20 de enero de 1955, muere el 6 de julio del 2010 en su pueblo natal. Hijo de Eugenia Esperanza e Hilario, Luis Najarro fue el segundo de cuatro hermanos. Graduado de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro fue además miembro de la UNEAC y preparador de esmaltes y pigmentos de cerámicas en industria. Realizó más de 20 exposiciones colectivas y varias muestras personales.
Najarro Elejalde fue un artista que dedicó su vida a la escultura y la cerámica, volcando en el barro y el yeso toda su imaginación. Aunque fue amante y conocedor de las otras manifestaciones plásticas no necesitó de ellas para sentirse realizado como creador. Asimiló ser ceramista ante y sobre todo, no un artesano sino un artista que dignificó y elevó a la máxima altura esta expresión artística. Dejó impresa en su obra un sello personal: caracterizado por la factura, gracia, figuración y color; supo unir lo tecnológico y lo artístico. Cada pieza nacida de sus manos tuvo un toque distintivo y el secreto de quien muchos consideraron un maestro en la elaboración de pigmentos.
Debido a su carácter tímido y sencillo no gustaba de participar en eventos competitivos; sin embargo, varios fueron los Premios y reconocimientos alcanzados entre ellos: Primer Premio Provincial en Cerámica en 1983, Primer Premio en la expo al V Congreso de la FMC en 1990; Mención FIMEA, Columna (Jardín Angerona) en Pabexpo; Premio al Mapa de La Habana, en ExpoCuba, ambos en el 2002. En el 2006 el Gobierno de la antigua Provincia La Habana le entrega la Distinción Rubén Martínez Villena.
El 20 de enero del 2011 en el Centro Provincial de Arte Eduardo Abela de San Antonio de los Baños tuvo lugar la exposición retrospectiva “Mil razones…” Después de varios años de silencio la obra de Luis Najarro Elejalde regresa a un espacio galerístico para alegría de familiares y amigos; y para ser redescubierta por un público mayoritariamente joven. La exposición incluyó obras de la década del 80 cuando recibía clase del profesor y amigo Antonio Alejo, y trabajos de varias series. Durante un mes ocuparon las salas y patio interior de la galería: Balcones, Alfonsinas, Cabezas, Ánforas y Botellas. De esta manera se le celebraba un cumpleaños más al amigo y artística.
Luis Sebastián gustó del trabajo tematizado; de ahí que su producción artística se haya caracterizado por el trabajo en serie. La mujer como cosmos siempre estuvo presente en dos de las series que más lo identificaronn: Cabezas y Las Alfonsinas.
Amante de lo cubano y del campo; logró en la serie Cabezas, la empatía entre arte y naturaleza; a veces conservador… otras tantas, versátil y atrevido. Esta serie definió su iconografía. Sin dejar de ser un elemento utilitario como jardineras; estas cabezas de mujeres fueron moldeadas de los torsos hacia arriba y parecen diosas con la mirada firme y tierna. Cubanas 100% cuando se detallan los rasgos faciales y brota la mezcla de negra – española – china…, en fin criollas.
Por su parte la serie de Las Alfonsinas es para muchos la más impactante; nacidas no de las espuma de las olas sino de las manos de un amante de la arcilla y la belleza femenina. Dicha serie nos trae a la Storni con su soledad y poemas: entre caracolas y misterios. Deseables y altivas Las Alfonsinas nos envuelven en la sinuosidad de unas líneas que parecen hechas de mar. Fue Alfonsina Storni el pretexto para establecer una analogía entre el barro y el verso; entre el alma (salvaje) de esta mujer y la arcilla.
A lo largo de toda la Isla quedó la impronta de Najarro en diferentes instituciones como los Hospitales Lenin y Julio Trigo de Holguín y Ciudad de la Habana, respectivamente; el Patio Interior del Hogar de Ancianos en Guanajay; hoteles de Cayo Largo, Ciudad Habana, Varadero; en la Maison; en la sede de la UNEAC Provincial de Mayabeque en Bejucal, hasta llegar a la última ambientación realizada estando ya enfermo: el Mural del Boullevard de San José de la Lajas. Pieza monumental que algún día será patrimonio y ya es orgullo de artemiseños y mayabequinos; pues sintetiza la historia y el desarrollo económico de este territorio. Lamentablemente nunca en su municipio existió “voluntad” para que quedara su obra en un espacio público. Solo el Museo Municipal rescató y conserva varias de sus piezas.
Importante en lo particular fue el tratamiento que Najarro Elejalde dio a la historia y sus héroes desde la escultura y la cerámica. Colaboró en importantes y significativos monumentos conmemorativos por todo el país. Sus murales son inconfundibles y hablan solos. En el año 81 cuando aun era un estudiante en San Alejandro a petición del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosques colabora con el escultor Evelio Leucor en el Monumento del III Frente Oriental, en el año 91 realiza el Monumento a Celia Sánchez Manduley en Media Luna, Manzanillo, provincia Granma; donde nuestra Celia nace entre flores y mariposas. Significativo resulta el Monumento a Rubén Martínez Villena en su natal tierra: Alquízar. A través de columnas estos murales se dividen en dos partes: la vida política de Rubén, su ideario revolucionario antimachadista; y su vida literaria: prosa y poesía. Musas y ángeles interpretan textos; figuraciones que dialogan y recorren todo el mundo espiritual de Villena.
Por estas y otras mil razones…sé que Luis Sebastián Najarro Elejalde continúa aquí -entre nosotros-; y aun esperamos verlo al doblar la esquina, en una tienda de ropa reciclada, o en ese lugar sagrado donde viven los recuerdos eternos. Alquimista por convicción y no por vocación pudo luchar solo 55 años contra el tiempo. Dejó un hasta luego y certeza que venció a la muerte por knoutgaon y no por puntos.
