A FIN DE QUE
Grises como la vida
como las interminables
cargas de cartón
germinan sus semillas
dejadas al azahar
caminan a ciegas
por encontrar pan.
Oscuras gaviotas
jugando en invierno
río arriba,
cargados sus buches
arriban a sus calles
con las bolsas del Santa Isabel
en la mesa solidaria
de la que aprendió a poder.
Negras como la tarde
anunciando la lluvia ácida,
como nublados.
Renuncian a sus pasiones
dejan sus calenturientas sienes
en la última copucha farandulera.
APRENDIENDO A SER ABRIGO
He abierto las puertas del alma
para ver pasar a mis hermanas
dejar entre renglones sus cánticos
y sus danzas adolescentes
He abrigado mis manos
para no olvidar cubrir las suyas
cuando el hambre
golpee su cocina
para no relegar su sonrisa incompleta
cuando levanto una oración al cielo.
No debemos quedar
desprovistas de amistad
en estos días
no, nos quedemos sin frutos
y mieles, sueño.
He abierto mis ojos para retener
los instantes primeros del verano,
ver como las gaviotas surcan el puerto
con sueños que tiemblan
y no se vuelven realidad.
No puedo callar
hay excesivas puertas violadas
No sé qué decir
No sé cómo enhebrar palabras
para gritar su dolor
y los verbos cruzan fracturados
los laberintos del alma.
La ciudad crece infinita
crece con sus desgracias,
con sus muertos,
sus domésticos, sus infiernos
y su esencia rota.
Hoy me siento
deshabitada de amor
en esta madrugada
en este aguzar los sentidos
donde mi hermana muere
en manos de un traidor.
TACTILES
Quería captar con los dedos
apiñar en mi mano
el aroma de la tierra
porque es medicina
en las noches de soledad.
Volver al tacto de la niñez
explorador de los primitivos sentidos.
Esta soledad táctil
no necesita metáforas
para expresarse
sólo un golpe de su dedo
es el tambor
que descarga sonidos
y los desacuerdos comienzan.
Las miradas y las resonancias
son malos testigos
si tienes un alma que busca
¡donde están!
MEMORIA COLECTIVA
Desde los ojos
salgo a recorrer
las miradas son guadañas
sobre la tierra habitada
de torpes y
fatigadas aspiraciones.
Desde ellos
razono
lo que acontece
aguanto
para dar una ojeada más
y socavar
calladamente
el horizonte,
para empezar a creer
en horas mejores.
Desde
ellos hablo
alimento la piel,
aprendo
de la tuya arañada
bebo el aire
y me digo:
con las palabras
voy hacia a la vida,
le detallo mi esperanza.
No sé si grito o reniego
las razones
de este tiempo oscuro
de este instante impuesto
a callar lo vivido.
y lentamente
desde este origen próximo
e inseguro
acostumbro a gritar, escupir
la impalpable
decisión de la memoria
CECILIA
¿Cómo hablar de sentidos cegados
del mejor poema por realizar
un vientre
donde la rima perfecta correría
más tarde por las praderas de la patria.
¿Cómo hablar del tesoro más valioso
de la sonrisa más perfecta
que verían sus ojos?
Poseía la luz,
se aprestaban sus manos
a tomar la divinidad
el cuerpo perfecto del hijo por nacer.
Ella era un mar en calma
el sosiego,
los pechos preparándose
amamantar.
Una abuela todavía espera
ver crecer las manitos
para más tarde abrazar.
“dicen que eras bajita
de grandes ojos sonrientes”
GLORIA
No sé por qué
el sol de septiembre
siempre llama mi atención
será porque Gloria
ya no riega su jardín.
Admiro los cipreses
que traen su figura alta y delgada
y quiero indagar el por qué
de su evaporación.
En los senderos aledaños
de los camposantos
busco alguna lápida
señale su nombre
pero no aparece,
se fue con los palotes
que la desaparecieron.
Madura y serena de seguro
es un ángel de la guarda,
protegiendo sus retoños
impone respeto y silencio
cuidando que duerman en paz.
MARGARITA
No hay árbol que crezca tanto
como el amor de hermanos
y tan derecho hacia arriba
como cuando se ven los dibujos
de la niñez de Margarita
Parece que están diciendo
la vida continua y la patria espera
y en lo alto una mano cálida
escribe cuentos para llenar
el vacío de las manos de una madre.
Aun en la retina las tazas servidas
y la mamadera sin tomar
despiden la sonrisa
en las puestas de sol,
donde duermen
en noches de luna clara,
los recuerdos de los días oscuros
y estáticos cual si fueran estatuas.
Ni la respiración agita los árboles
de lo tupidos que están
en la desmemoria de la justicia.
JACQUELINE
Temuco no vio caminar tu herencia
tus caderas generosas de vida
no volvieron a surcar
las lluvias de la frontera.
Poseedora de un reino
donde la alegría era espontánea
llegabas
sin saber por qué ni dónde
todo cambiaba.
Todos los árboles lloran
aún en el recuerdo de lo ocurrido
todos los montes
de risa contagiosa la consumió
la noche negra.
.
Puede que un día
tengamos un camino sin silencios
y no haya pañuelos en el mundo
para ir enjugando lamentos.
Las reflexiones que hubo hasta ahora
han sido pasaje largo y sin término
cómo pedir a los que gobiernan
¿Dónde están los nuestros?
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